Ask.fm era una página para hacerse preguntas de forma anónima. La mayoría lo usaba para insultar a otros sin revelar sus nombres, pero también tenía una sección llamada «respuestas en directo» donde podías, como dice su nombre, ver que respondían otros usuarios en tiempo real. Dicha sección se actualizaba constantemente.
Si hubiera entrado cinco minutos antes o después, no hubiera visto su respuesta. Me pareció interesante y decidí entrar a su perfil. Hablamos, congeniamos rápido. Era de Lima (otra vez una relación a distancia) y tenía 17 años. Fue un volcán de emociones y estuvimos a la semana de conocernos.
Yo tenía 19 y acababa de empezar la universidad. Fue bonito, hablábamos todas las noches y nos fuimos conociendo poco a poco. Ella tocaba la guitarra y me pidió que le ponga un nombre «Perfi Piccola» le dije. Era una adaptación del italiano y significa «pequeño refugio»
Viajé a Lima a conocerla a lo 3 meses. Nos encontramos en C.C. Arenales y en cuanto nos vimos corrimos y nos abrazamos, incluso empujamos a un vigilante. No nos importó. Fuimos felices y podríamos haber permanecido así para siempre. Vueltas van, vueltas vienen y prometí volver en tres meses (para vacaciones de medio año)
Todo bonito hasta ahora. Pero la semilla que cae en suelo poco profundo no echará raíces fuertes y no prosperará, aún si crece rápido en un principio.
No nos entendíamos. Yo era muy inmaduro, muy soberbio, rápido en juzgar. Tenía en mis manos una flor que estaba creciendo y no supe valorarla ni lidiar con sus inseguridades y temores.
En fin, nos vimos un par de veces más pero poco a poco fuimos volviéndonos más tóxicos uno para el otro. Sus celos por un lado, mi rigidez por el otro.
16 meses y tres viajes después, terminamos con una llamada.
Sería injusto decir que toda la relación fue mala. Tuvo momentos muy buenos y fuí feliz y aprendí que cosas debía mejorar en mí (mis prejuicios, mi control) y espero también haberla ayudado en algo.
Unos meses después viajé a Lima. Entre visita y visita solíamos acumular regalos para entregarlos en cuanto nos vieramos, y decidimos hacer un último intercambio con las cosas que ya habíamos comprado.
Había cambiado bastante desde que terminamos; la chica gordita que vestía ropa ancha con estampados de animales había ido al gimnasio, se había hecho tatuajes y teñido el cabello.
«Me alegra que por fin seas quien quieras ser. Que importa si te dicen que no se ve bien, sal experimenta, vive, se feliz» fueron las palabras que no me atreví a decirle. Yo no podía evitar sentirme menos: en vez del gimnasio me había dedicado a aprender sobre historia y mejorar mis notas, no tenía ningún cambio increíble por fuera ni la autoestima necesaria para reconocer mis cambios internos, sin compararme con otros.
Fue incómodo.
Hola
Hola
Toma esto
Tú ten esto otro.
Gracias.
Debo irme temprano, tengo una reunión familiar.
Ah ya bueno, cuídate.
Dió media vuelta y salió del centro comercial. La vi alejarse y pensé que no podía terminar así, que una historia que había sido tan bonita no podía tener un epilogo tan malhecho.
Corrí detrás de ella y la alcancé cuando llegó al paradero. No sabía que decir, pero noté que había sacado un cigarro y estaba fumandolo
¿Me invitas?
Claro… ¿Sabes fumar?
Si, si sé
Entonces me atoré con el humo y ella rió. Yo también sonreí y entonces tuvimos una plática real. Nos ofrecimos disculpas y nos deseamos buena suerte. Ella subió a su micro y yo conservé la cajetilla de cigarros.
A veces sé de ella (se llevó bien con mi mamá y hasta ahora se saludan) sé que sigue luchando por sus sueños y siendo ella misma, espero que le vaya bien.
(No podía faltar su canción)